Hace más de 50 años se conoció la primera imagen por ultrasonido de un feto. De este modo, cambió para siempre la historia de los embarazos. Con el paso del tiempo, las técnicas ecográficas han evolucionado, pasando de ser fotografías en 2D a convertirse en imágenes en 3D y en tiempo real como la ecografía 5D.
La ecografía es una prueba diagnóstica basada en el uso de ultrasonidos. La modalidad más utilizada es la 2D (bidimensional), y permite ver al feto en tiempo real, aunque no de manera muy clara. También existen las ecografías 3D, que captan más imágenes, pero sin movimiento. Mientras que la 4D, combina las tres dimensiones con el video.
La ecografía 5D es una modalidad más avanzada. Permite captar videos en tiempo real extremadamente realistas. Las características del feto se pueden ver de forma detallada, con lo que es posible apreciar los movimientos y rasgos faciales con una nitidez inigualable. Esta reconstrucción más definida puede incluso mostrar matices de la piel.
El tratamiento de las imágenes es la principal diferencia entre esta prueba y la 4D. A esta última se le conoce como ecografía emocional, mientras que a la 5D se le llama “el modo de vida”. Se le da este nombre porque la tonalidad de la piel se ve muy natural, tanto que parece una fotografía real.
Trabaja en cinco dimensiones, pero no tiene una finalidad de diagnóstico avanzado, al menos por ahora. Sin embargo, es una prueba que permite obtener información precisa sobre las características del feto. Esto puede ayudar a detectar malformaciones prenatales visibles como el labio leporino, o internas como lesiones en el corazón o en el sistema esquelético, entre otros, de acuerdo con los especialistas.
Además, sirve para distinguir los rasgos del bebé a la perfección, pues permite ver si ríe, gesticula o si hace algún movimiento. Tiene un gran valor emocional para los padres, pues consigue un realismo nunca visto hasta el momento. Por ello, la ecografía 5D puede ayudar a los papás a crear lazos fuertes con su bebé antes de nacer.
Esta prueba, al igual que la 2D, 3D y 4D es segura para las gestantes, ya que los ultrasonidos no tienen radiación nociva. Se puede realizar en cualquier momento del embarazo. Pero, para conseguir mejores resultados se recomienda hacerla entre las semanas 24 y 30.
Esto es lo que se puede ver en cada grupo de semanas:
A medida que avanza la gestación, la proporción de líquido amniótico es menor. Esto dificulta un poco la nitidez de los gestos y cara del bebé. Por ello, lo ideal es hacerlo en la semana 26.
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